El Valencia ganó por 1-2 al Barcelona la final de la Copa del Rey en Sevilla y tocó de nuevo la gloria con un título once años después como broche de oro a su centenario tras superar con una defensa impecable y siendo letal en ataque a un cuadro azulgrana que se queda sin el récord de cinco copas seguidas.
Un gol del francés Kevin Gameiro, a los 21 minutos, y otro de Rodrigo Moreno, en el 33, pusieron por delante al descanso a los valencianistas, que demostraron una gran efectividad con su clásico juego de salir rápido a la contra ante un Barça apagado e inofensivo en el primer tiempo y que reaccionó tarde, con lo que sólo pudo acortar distancias en el 73 por medio de Leo Messi, su mejor hombre.
Llegaban al Villamarín dos equipos con estados de ánimo a priori dispares: el Barça, un clásico de la competición y su rey absoluto, esta vez herido y con la obligación de resarcirse de su dolorosa eliminación en la ‘Champions’ en Liverpool (4-0); y un Valencia crecido, que acabó cuarto en Liga y con hambre de títulos.
Se presentaron en Sevilla con bajas, no por conocidas, menos notables, al estar lesionados en el equipo catalán dos de sus estiletes, el uruguayo Luis Suárez y el francés Ousmane Dembélé, entre otros, o el ruso Denis Cheryshev en el valencianista.
Aún así, Ernesto Valverde, algo cuestionado por el descalabro en Anfield, recuperó a sus ‘tocados’: el luso Semedo y los brasileños Philippe Coutinho y Arthur Melo, los tres titulares. Marcelino dejó en el banquillo al galo Kondogbia, recién salido de una lesión.
El duelo comenzó como se preveía, con mucha intensidad y con el Barcelona como absoluto dueño del balón, aunque sin hallar las vías para superar el ordenado repliegue, claramente a conciencia, del Valencia, que lo fió todo, o casi todo, a salir rápido a la contra.
Y los valencianistas, muy fiables atrás ante los intentos ofensivos azulgranas, siempre sin éxito, gozaron pronto de su primera opción conforme al guión que perseguían. Fue a los 5 minutos, cuando el balón llegó a Rodrigo Moreno tras un error de Lenglet, dribló al holandés Cillessen y su tiro lo sacó bajo los palos Gerard Piqué.
Con Leo Messi bajando mucho al medio y con libertad de movimientos para hacerse con balones y tratar de hacer daño a su rival, pero sin recompensa en esta fase del choque, el Barça siguió en busca del gol, pero sin profundidad ni claridad de ideas.
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