En cuatro años al frente de la Roja, el seleccionador Vicente Del Bosque, campeón mundial con España en 2010, ha sabido transmitir su tranquilidad y buen carácter a un equipo que ha sobrevivido en estos años a la tradicional rivalidad entre Real Madrid y Barcelona. Ante todo es un hombre de consenso y un continuador del trabajo de su predecesor, Luis Aragonés, que sentó las bases del equipo ganando la Eurocopa 2008, 44 años después del último gran título de la selección absoluta, el torneo europeo de 1964.
"En un equipo, la persona que dirige tiene obviamente su importancia. Un entrenador no solo hace alineaciones o cambios, es mucho más que eso", explicaba recientemente en declaraciones al diario español El País.
Del Bosque, de 61 años, aplicó esa filosofía al frente de una selección obligada a limar las tensiones entre jugadores de Real Madrid y de Barcelona, dejando aparcados los conflictos por interés del equipo nacional. Ya era difícil antes del primer título mundial español, hace dos años, pero esa tarea de conciliador tuvo todavía más mérito con el maratón de cinco Clásicos en apenas un mes en el final de la temporada 2010-2011. "Tras la tempestad llega siempre la calma. Si queda algún resto (de tensión), estaremos atentos", sentenció el exjugador y exentrenador del Real Madrid.
Más allá de su faceta diplomática, Del Bosque es ante todo un deportista, un competidor que como jugador dejó huella en el equipo blanco, al que luego, ya como técnico, guió a dos Ligas de Campeones (2000, 2002) en su etapa de cuatro años (1999-2003).
Con el equipo nacional cuenta con un impresionante balance de victorias como seleccionador (45 triunfos en 53 partidos), por delante de las 38 victorias de Aragonés.
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