La selección española se tomó la revancha de la goleada del último precedente en Buenos Aires, pasando por encima de la actual subcampeona del mundo, una Argentina que añoró a su líder Leo Messi, obligó a la Roja a pisar nuevos registros en los que desató su pegada con Isco magistral.
La última vez que España recibió a Argentina, para celebrar su centenario, lo hacía en pleno éxtasis camino de un Mundial que conquistó. Las sensaciones que deja un nuevo reencuentro invitan al optimismo, con una afición que rebosa ilusión orgullosa de su selección. Recuperado el ansia por ganar, en una racha sin fin invicta con Julen Lopetegui, cambia de registro según le exige el duelo sin perder eficacia. Y pasa por encima de rivales sea cual sea su nombre.
Ante una selección de tanto sentimiento y casta como Argentina no existen amistosos si no guerras deportivas. Provocó que España se alejase por momentos de sus señas de identidad, rebajase su posesión pero no su pegada con un fútbol más directo. La aparición en el once de dos jugadores como Marco Asensio y Diego Costa daban paso a nuevas variantes. Con las carreras elegantes de Asensio y un 9 menos asociativo pero listo para marcar en la que tuviese. La diferencia la marcó Diego Costa a los 12. La primera que le cayó la mandó a la red. Luego aparecieron momentos de dominio argentino pero apareció Asensio para golpear. Dejó atrás a Mascherano con una potencia incontrolable y convirtió a los 27. A los 39 descontó Otamendi y el segundo tiempo fue de ensueño para los españoles. Sobre los 52 apareció de nuevo Isco para marcar la diferencia que selló el lance. Fue el turno posteriormente de Thiago a los 55, Aspas a los 74 y finalmente Isco, sobre los 75 le puso las cifras definitivas al encuentro. Con una marcada diferencia para los españoles.
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