miércoles, 23 de abril de 2014

El plan defensivo del Chelsea contuvo ayer al Atlético de Madrid en el partido de ida de las semifinales de la Liga de Campeones en el Calderón

El plan defensivo del Chelsea contuvo ayer al Atlético de Madrid en el partido de ida de las semifinales de la Liga de Campeones en el Calderón, un ejercicio de insistencia sin recompensa para el equipo rojiblanco, que empató sin goles un duelo en el que propuso mucho más y que se jugará la final en Londres.

Dentro de una semana, con Stamford Bridge como escenario, le espera otro encuentro de máxima exigencia, el último pasó hacia el partido decisivo del máximo torneo europeo, después de un primer choque sin goles, que transitó entre el interés ofensivo del Atlético y la férreo e imperturbable fortaleza defensiva inglesa.

Porque el Atlético, en su vuelta a unas semifinales de la Liga de Campeones 40 años después, asumió un papel diferente hasta ahora en esta edición del torneo; un nuevo desafío ofensivo contra un estilo similar, contra un bloque de perfil defensivo y decidido a mantener su portería a cero en el Vicente Calderón por encima de todo.

No le preocupó nunca al Chelsea la posesión de la pelota ni ganar el choque. Jamás arriesgó. En su rigor táctico, en ese ritmo lento y de constantes interrupciones en el que llevó el duelo, enredó al equipo rojiblanco durante casi todo el encuentro, le dio el balón sin ninguna duda y le propuso un problema de complicada resolución.

Al ritmo del pito del árbitro Jonas Eriksson, de las continuas pérdidas de tiempo del Chelsea y del previsible fútbol del Atlético entró el duelo en el tramo final, con la ambición rojiblanca, con un falta despejada por Schwarzer a Gabi, con tres cabezazos de Raúl García, otro de Arda y el final imaginable: un inamovible empate.

EFE

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