El Valencia impuso su ley ante el Levante en el derbi de la ciudad, el que más expectación ha despertado en los últimos años, con dos goles, uno en cada tiempo, que le sirvieron para plasmar la a superioridad que durante bastantes minutos demostró sobre el terreno de juego.
Con este marcador, el Valencia superó al Levante en la tabla, pero ambos equipos se mantienen en posiciones de Liga de Campeones como tercer y cuarto clasificados.
El partido tuvo una primera mitad de control visitante, que se adaptó antes y mejor al encuentro, y una segunda mitad en la que las fuerzas se nivelaron y ambos equipos tuvieron oportunidades de marcar, aunque al Levante le faltó orden y el Valencia no aprovechó las opciones que tuvo a la contra.
Tras unos instantes iniciales de equilibrio, el Valencia empezó a manejar el partido con más posesiones de balón y un juego más directo que en anteriores encuentros. Para jugar así había alineado por primera vez en la temporada el técnico valencianista Unai Emery a Aduriz y Soldado juntos.
Al Levante le faltaba en la zona ancha el control de la pelota que tenía su rival. Sin esa pausa, eran los balones largos hacia Koné el principal recurso del equipo local.
El dominio del Valencia no estuvo acompañado de ocasiones claras de gol aunque a punto estuvo Soldado de marcar de cabeza en un centro desde la izquierda.
A la medida hora de juego un buen pase en profundidad de Tino costa propició el 0-1, gol que abrió un debate sobre su autor entre Jordi Alba y el levantinista Javi Venta en propia puerta.
Era un partido duro y trabado que se complicó en los minutos finales del primer tiempo, con más tensión de la necesaria y un baile de tarjetas en el que el equipo local se cargó de cartulinas.
El segundo tiempo dio comienzo con el 0-2 en un lanzamiento de falta de Tino Costa cuando sólo habían transcurrido cinco minutos de juego, lo que obligó a que el técnico local, Juan Ignacio Martínez, quita a un centrocampista (Iborra) y diera entrada a un atacante (Aranda).
El Levante fue un poco más ofensivo a partir de ese momento, pero el Valencia se encontró con espacios para el contragolpe. Al equipo local le hacia falta marcar pronto para meterse en el partido. Para ello metió intensidad y se acercó cada vez con más frecuencia a la meta de Guaita, pero el equipo visitante también creaba peligro.
El partido era vibrante e intenso, de ida y vuelta. Ambos equipos llegaban a la portería de su oponente con frecuencia y unos y otros tuvieron opciones para que el partido registrara más goles.
El tiempo pasaba a favor del Valencia y a medida que se aproximaba el final, el Levante acusó el esfuerzo, aunque nunca se rindió, y al equipo visitante le bastó controlar el encuentro para aguantar el marcador y llevarse los tres puntos.
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