El Valencia ha dado un giro de 180 grados de la mano de su nuevo entrenador, el hispano-argentino Juan Antonio Pizzi, que ha conseguido el equipo diera un paso adelante y que en los dos últimos partidos haya unido a esa mejoría, las victorias que al principio se le resistían.
La victoria de hace una semana como visitante ante el líder Barcelona por 2-3 y la goleada (5-0) del sábado ante un Betis que pretendía ratificar su reacción en Mestalla, suponen un golpe de moral para el equipo que ha añadido triunfos y goles a un fútbol mejor.
El Valencia taciturno y sin respuesta que deambulaba por el terreno de juego hasta el final del año pasado a las órdenes del serbio Miroslav Djukic se ha convertido en un equipo intenso y batallador, que siempre ha dado la cara desde la llegada de Pizzi.
De un plumazo, la afición ha olvidado a jugadores que hasta hace poco más de una semana eran titulares como el mexicano Andrés Guardado, el colombiano Dorlan Pabón, Sergio Canales o el portugués Hélder Postiga. Ni tan siquiera se ha recordado al argentino Éver Banega, que siempre se quedó un paso por detrás del lugar en el que se esperaba y que nunca estuvo cerca de ser el líder que algunos esperaban que fuera.
Pizzi ha revolucionado el vestuario y, con una plantilla que se ajusta más a su idea del juego, ha conseguido que el objetivo de clasificar al equipo para las competiciones europeas haya pasado de ser una quimera imposible a convertirse en una ilusión razonable
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