Treinta y un años después de su último título, el Athletic Club conquistó la segunda Supercopa de España de su historia al hacer valer en el Camp Nou el 4-0 de la ida, ante un Barcelona que nunca dio la impresión de poder remontar y que, al final, ni siquiera fue capaz de derrotarle en su estadio (1-1).
La solvencia táctica y el despliegue físico que el conjunto bilbaíno exhibió durante todo el choque resultó determinante, más incluso que la expulsión de Piqué, cuando todavía quedaban por disputarse 35 minutos de partido.
Quizá el signo de la final podría haber cambiado si, a los seis minutos, el larguero no hubiera escupido un remate del propio Piqué a la salida de un córner.
Esa fue la mejor ocasión del Barça hasta que, a falta de dos minutos para acabar la primera mitad, Rakitic colgó un balón al área, Luis Suárez lo bajó con el pecho para Messi y éste fusiló a Iraizoz para hacer el 1-0.
Entre una jugada y otra, el equipo de Luis Enrique fue el claro dominador del partido, con un Iniesta muy inspirado al mando de las operaciones.
Sin embargo, a los locales, arropados por un Camp Nou enrarecido y repleto de turistas, les faltó pegada y precisión en los metros finales.
En la segunda parte, el Athletic igualó con un tanto de Aritz Aduriz, autor de los cuatro goles del marcador 5-1 global (64').
En el equipo rojiblanco también vio la roja Kike Sola en el 86'.
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