sábado, 22 de septiembre de 2012

Video Real Zaragoza 3 - 1 Osasuna


El extraordinario partido de dos novatos en la categoría, como José Mari y Víctor Rodríguez, han llevado a los maños a vencer en el derbi cinco años después. La derrota deja a Osasuna como colista de la clasificación.

Desde hace unas décadas, los duelos entre el Real Zaragoza y Osasuna han pasado a formar parte dentro de las enemistades más grandes de la Liga española. Una situación que se ha enrarecido con el paso de los años y que no siempre fue así. Antes, guardaban buenas relaciones reflejadas en el hecho de que tanto la Romareda como el Sadar fueran estrenadas por sus vecinos, en unos actos repletos de exquisita camaradería y respeto.

A finales década de los 80, ciertos elementos condujeron a la ruptura definitiva. Primero, la proliferación de los grupos ultras en ambos estadios, de tendencias políticas opuestas: Ligallo por parte maña e Indar Gorri en el lado rojillo. Y segundo, el polémico derbi vivido en 1987 en el feudo zaragozista con agresiones a los jugadores osasunistas que definitivamente transformaron un pacífico partido entre vecinos en una batalla, de amigos a enemigos irreconciliables.

El Zaragoza afrontaba el choque con las estadísticas y la historia en su contra, sus dos primeros partidos en casa terminaron en derrota y de los últimos ocho encuentros vividos entre maños y navarros se habían saldado con cinco victorias de los rojillos y dos empates, dejando el 2-1 de 2007 como el triunfo más cercano para el equipo del león.

Enfrente estaba un Osasuna con un sólo punto en su casillero, colista de la clasificación de Primera y con notables bajas en sus filas, como las del incombustible Patxi Puñal y Joseba Llorente. Todos estos ingredientes aumentaban el atractivo de este derbi repleto de urgencias y revanchas.

El espíritu que Manolo Jiménez pidió en la previa hizo mella en sus hombres que saltaron convencidos en sus opciones, aguerridos y valientes. A los 4' Víctor Rodríguez, debutante este año en Primera, cabeceaba desde la derecha y leía el desmarque de Helder Postiga para que el luso aguantara el envite con el defensa rival y definiera ante la salida del guardameta Andrés.

Osasuna despertaba a tiempo con acciones de sus interiores, Sisi y Álvaro Cejudo, mostrando una de las señas de identidad del equipo de José Luis Mendilibar, la habilidad de sus hombres por bandas.

A los 29', un balón perdido en la zona de tres cuartos, provocaba una contra monopolizada por el argentino Armenteros que progresaba sin encontrar oposición, permitiendo aparecer en el área rival y ejecutar un disparo que batía al cancerbero blanquillo Roberto.

El partido volvía a "comenzar", aunque con sensaciones distintas: el Real Zaragoza había encajado mal el gol y la fuerza inicial se había perdido con el paso de los minutos. Además, la medular maña era un cúmulo de imprecisiones que salían de las botas de Romaric y Apoño, siendo José Mari el encargado de compensar los errores de sus compañeros. Mientras en Osasuna sus cuatro futbolistas más adelantados (Sisi, Cejudo, Armenteros y Sola) empezaban a asociarse y a ver puerta.

Pero si algo tiene el fútbol es la imprevisibilidad y en el último instante del primer tiempo un centro de Víctor Rodríguez era cabeceado en propia meta por David Timor para terminar alojando el balón en sus redes, un gol que devolvía a la Romareda y al equipo de Manolo Jiménez la euforia y seguridad de los primeros minutos.

En los segundos 45 minutos, los rojillos quisieron reducir la distancia en el marcador por la vía rápida, abandonando el juego creativo en el centro del campo y pasando a una transición directa defensa-delantera, impidiendo que los mediocentros blanquillos se impusieran con su físico. Los maños seguían volcando el ataque hacia la zona de Víctor Rodríguez quien era apoyado por el ex del Real Jaén, José Mari, dos debutantes en la máxima categoría que ofrecían las mejores variantes del ataque local.

El Real Zaragoza dominaba cómodamente el derbi, a excepción de un paréntesis propiciado por un cabezazo obra de Cejudo, gracias al citado trabajo de José Mari junto al control del juego que comenzaba a desplegar Apoño, mucho más entonado en esta segunda mitad. Dos veteranos curtidos en muchas guerras como Movilla y Aranda se incorporaban al terreno de juego para provocar un penalti que ejecutaba Apoño.

Con el gol, el Zaragoza se apagó de manera peligrosa, Osasuna quiso entonar la épica para remontar el choque, basando sus ataques en los medidos centros dispuestos por Cejudo desde la derecha y en la efectividad de sus delanteros, una capacidad de remate que chocaba en unas ocasiones con un bien colocado Roberto y en otras con las prisas que dejan a los rojillos en el fondo de la clasificación y al Zaragoza respirando, a costa de su rival.

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