El Real Madrid acabó goleando a un Real Zaragoza que llegaba en racha al estadio Santiago Bernabéu (4-0), en un partido sentenciado al ritmo argentino de Gonzalo Higuaín y Ángel Di María, en el que tras la siesta y con la mente en el duelo ante el Borussia Dortmund, Essien y Luka Modric pusieron el broche.
El Real Madrid superó con eficacia y solidez la ausencia de los dos futbolistas que lanzan su fútbol. Sin el "cerebro" Xabi Alonso ni su fiel escudero Sami Khedira, superó a un Real Zaragoza serio, con una base bien asentada, que se derribó con dos zarpazos argentinos en dos minutos, y que acabó goleado en otro arreón final blanco.
Hasta los dos primeros goles se mantuvo en pie el equipo de Manolo Jiménez. Bien posicionado y confiando en la pegada del portugués Helder Postiga para dar algún susto a un Real Madrid que tiene prohibido dejarse puntos en su persecución al Barcelona, un líder que no falla.
El regreso de Álvaro Arbeloa solventó los quebraderos de cabeza de Mourinho en el carril izquierdo. Essien pudo jugar de medio centro destructivo y Luka Modric hizo de Xabi Alonso. Tiene calidad y personalidad para ello. Alejado de aquella imagen que dejaba Nuri Sahin, al que le podía la responsabilidad tras sus lesiones.
Modric se ofrece siempre, toca con criterio, arriesga en una zona de peligro en caso de perdida pero lanza un fútbol con mensaje de calidad. Con Özil más apagado, el croata fue el encargado de armar el juego. Tardaron catorce minutos en llegar las ocasiones. Dos remates de cabeza de Cristiano merodearon el gol. Postiga mostraba su dinamita haciendo intervenir a Casillas con un potente disparo raso ante el que respondió con reflejos.
Llegaba el momento del tango sobre el césped. En dos minutos Higuaín y Di María dieron carpetazo al duelo. El primer gol tras un saque de esquina puesto por Özil y rematado con un testarazo de Raúl Albiol. El paradón abajo de Roberto evitó un gol que era un impulso anímico a un futbolista que lo está pasando mal. El balón quedó muerto para que Higuaín marcase el primer a placer.
Era el minuto 23 y, solo dos después, una posesión madridista acabó con balón abierto al costado izquierdo a Di María. Tras intentar un centro se sacó un zurdazo seco que repelió Roberto. El rechace volvió a caer al 'Fideo' que la rompió arriba.
El triunfo ya estaba en el bolsillo madridista. El resto del partido lo marcaría la ambición. La baja intensidad del equipo contrastó con la actitud de Cristiano por anotar goles que le permitan igualar su pulso histórico con Leo Messi. De nuevo la tuvo el portugués y su disparo cruzado volvió a marcharse cerca del poste.
Es inevitable que ante la cercanía de un duelo importante para la resolución del grupo de Liga de Campeones, el jugador tienda a relajarse. El Real Madrid levantó el pie del acelerador en el segundo acto. Se dejó llevar.
Y se encontró con el rechazo de su afición. Silbidos a veinte minutos de siesta en los que el Zaragoza pudo meterse en el partido si no es por Casillas, que dejó una parada a mano cambiada a Víctor y otra de puños a Montañes, por el travesaño que repelió un derechazo de José Mari, o por la decisión del colegiado de anular un gol a Postiga, en una maniobra perfecta y en línea con la zaga blanca.
No fue la jornada de Messi y tampoco la de Cristiano. Un cañonazo de falta a 30 metros dobló las manos a Roberto e hizo temblar la portería tras estrellarse en la madera y el portero acabó el partido respondiendo a otras dos ocasiones del portugués. Nada pudo hacer ante el gol de Essien, que le superó en el mano a mano, tras un contraataque bien interpretado por Benzema, y ante el disparo final ajustado de Modric para cerrar el tercer triunfo consecutivo blanco en Liga y cortar la racha maña.
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