El Real Valladolid derrotó el sábado al Granada gracias a un gol de Manucho en el minuto 63 del partido, instantes después de que el duelo perdiese momentáneamente la rigidez que había acusado en la primera parte y el inicio de la segunda.
El Granada se mostró incapaz de reponerse de este golpe al encontrarse falto de fuelle ante un Real Valladolid que no perdió la fiabilidad en los últimos minutos del partido.
En los primeros compases del encuentro, se detectó la apuesta clara del conjunto vallisoletano y cómo pretendía el cuadro granadino abortarla, aunque sin mucho éxito en los minutos iniciales. El Real Valladolid elaboraba de lado a lado y abogaba por una salida de balón a ras de césped de la que extrajo un disparo desde la frontal del área de Omar.
Algo que el Granada pretendía taponar con un medio del campo muy poblado que intensificaba su presión cuando recibían los medios centros blanquivioletas. Situación que creó algo de desconcierto en la retaguardia local cuando se alcanzó el minuto diez de partido.
El Granada se dio cuenta de que el Real Valladolid sufría cuando se le presionaba, por eso subió la línea de presión, obligando así a que hombres como Ebert u Óscar se acercasen más a los medios centros para no perder la fluidez ofensiva.
No lo lograron del todo y el Granada rondó más los dominios de Dani Hernández, quien respiró aliviado en dos ocasiones consecutivas del equipo granadino protagonizadas por Torje y Orellana. Oportunidades a las que respondió el Real Valladolid, que, en cuanto ponía pausa, acababa acercándose al área de Toño.
En una de éstas, el angoleño Manucho controló un centro desde la izquierda dentro del área y respondió con una chilena que se marchó por encima del arco del Granada. Oportunidad aislada para los de Djukic, que no encontraban la profundidad en los metros finales que el Granada, con muy poco, sí hallaba en virtud de su mayor verticalidad, aunque también con escaso tino.
Dani Hernández despejó un balón centrado al área pequeña por Dani Benítez rozado por Orellana antes de que el Real Valladolid optase por complicarse menos la vida y buscar más los balones en largo a Manucho para eludir la presión granadina
De este modo recuperó parte del control del partido que momentáneamente había perdido, en parte gracias a la irrupción de Óscar, quien, desde la media punta, tuvo una doble ocasión pasados los primeros treinta minutos del encuentro.
Primero no llegó a rematar un buen pase de Ebert al interior del área, mientras que, inmediatamente después, peinó el posterior saque de esquina sin hallar la meta contraria. A renglón seguido, el partido deambuló hasta el tiempo de asueto devorado por las imprecisiones de uno y otro y el tedio.
Tónica que prosiguió en el segundo período. El Real Valladolid tenía más posesión y conseguía arrinconar a su contrincante, aunque sin ningún tipo de desborde, ya que sus hombres más avanzados estaban demasiado estáticos.
El Granada estaba cómodo en la contención mientras esperaba su oportunidad al contragolpe. No en vano, cada vez se incrustaba más dentro de su área, lo que propició que el Real Valladolid adquiriese más profundidad y acumulase nuevas ocasiones que no acertaron a anotar Manucho y Ebert.
Pero el angoleño sí acertó en un buen pase interior de Óscar en el minuto 63 de partido. Fusiló sin pensárselo a Toño y estableció el 1-0 justo cuando más cerca estaba de merecerlo el Real Valladolid.
Un gol que provocó que el Granada se despojase de las ataduras defensivas que le lastraban en este segundo período y se lanzase de nuevo a presionar la salida de balón blanquivioleta, aunque al Real Valladolid no le tembló el pulso.
De este modo, un centro de Omar desde el costado obligó a Toño a realizar una intervención más que meritoria tras un cabezazo de Manucho, dando paso a una fase más desbocada, en la que uno y otro llegaban bastante sueltos a posiciones atacantes.
Floro Flores, que sustituyó a Orellana, remachó a las manos de Dani Hernández un balón colgado mientras que Ebert probó la capacidad para estirarse de Toño con un disparo desde la frontal.
Impetuosidad repartida que se calmó a medida que el Real Valladolid abogaba por tranquilizar sus posesiones y los pupilos de Juan Antonio Anquela acusaban el derroche físico, lo que contribuía a que el equipo local se moviese con mayor seguridad.
El Real Valladolid no perdió la compostura ante los arreones corajudos del Granada en los últimos minutos, basados en balones en largo a la frontal del área, y salvaguardó la renta obtenida que le sitúa con dieciocho puntos tras trece jornadas disputadas.
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