Real Madrid asestó un golpe decisivo a la Liga al adquirir una ventaja de diez puntos sobre el Barcelona tras derrotar (4-2) a un buen Levante, que aguantó como pudo mientras compitió en igualdad numérica y cedió ante la enorme pegada de Cristiano Ronaldo.
Era un partido especial en el Santiago Bernabéu que comenzó con un icono del equipo blanco como protagonista. Roberto Carlos realizó el saque de honor el día que el equipo de su corazón tenía en su mano dar carpetazo a la Liga.
En plena época histórica del Barcelona, el trabajo de José Mourinho comienza a recoger sus frutos. Llegó para fulminar el ciclo azulgrana. No le gana en duelos directos, pero no lo necesita. El Real Madrid es un ciclón directo hacia el título.
En el camino de Mourinho se cruzaba un equipo que se le suele atragantar. El Levante, revelación del campeonato, es uno de los dos privilegiados que presume de haber tumbado al equipo blanco esta temporada. Y hasta asustó a un Bernabéu que se acostumbra a ver remontar a su equipo en las últimas citas.
Sintiendo aún el calor de la grada a Roberto Carlos en plena ola de frío, apareció la cabeza de Cabral para aprovechar un nuevo error defensivo a balón parado. Era el minuto cinco. Los madridistas tendrían que sudar para acariciar el título.
La derrota del Barcelona en el Reyno de Navarra había hecho salir aún más ofensivo al Real Madrid. Mourinho renunció a la pareja Özil-Kaká para juntar a sus dos delanteros centro. Higuaín y Benzema comenzaron estorbándose en la zona del 9. Pese a ello, remataban a Munúa. A Karim le anularon un gol legal tras un taconazo de Cristiano.
En un plan soñado de un equipo que visita el Bernabéu, pocos optarían por marcar rápido. Aguantar las embestidas de un Real Madrid lanzado a por la derrota es prácticamente misión imposible. Xabi Alonso mandó. Özil inventó. Y el tridente ofensivo remató. Munúa no daba a basto. Sacaba como podía una falta de Cristiano, veía rozar el palo un disparo con rosca de Higuaín y respondía abajo a Benzema.
La lucha incansable de Koné en punta ofrecía contraataques. Los buscó el Levante, pero solo enganchó uno. Casillas hizo lo más difícil. Respondió frío al disparo cruzado de Iborra. Era el guión del duelo. La reacción del Real Madrid era cuestión de tiempo. Esta vez le acompañará la polémica arbitral.
Undiano Mallenco perdonó la expulsión a Sergio Ramos. Castigó con amarilla una patada sin balón a Del Horno, que antes había golpeado la cara del defensa andaluz. Minutos después, cuando se despedía el primer acto, un balón caído del cielo golpeó en las manos de Iborra. Penalti y castigo de una segunda amarilla que condicionó el partido. Cristiano no perdonó la pena máxima.
No tardaría en quedar todo sentenciado. A los cinco minutos de la reanudación, una maniobra de Higuaín en el costado derecho sirvió el balón al más listo de la clase. Cristiano se adelantó a todos y remató con la testa a la red.
Remontada cumplida. Era la hora de disfrutar el momento y nadie con más ganas que Cristiano. Su 'hat-trick' lo cerró con uno de los goles del campeonato. En uno de esos disparos lejanos que pasan por su cabeza que habitualmente acaban en la grada. Cuando el esférico adquiere el efecto que él desea, la parábola que dibuja le hace imparable. La celebración, abrazando a Mourinho, con toda la plantilla, supo a título.
Le quedaron fuerzas a Koné para encontrar el premio a su gran partido con un cabezazo a pase de Óscar Serrano y a Benzema para inventar otro bello tanto, escorado, con un disparo ajustado al palo. El madridismo ya saborea su trigésimo segunda título de Liga. Restan quince jornadas, pero nunca en la historia un equipo levantó diez puntos de desventaja.
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