Rayo Vallecano encontró lo que buscaba en la capital aragonesa, un respiro para alejarse de los puestos de peligro y de paso propinó un duro golpe a un Real Zaragoza que sigue apagando las pocas luces que iluminaban su camino y se ve inexorablemente destinado al descenso.
Aunque todavía faltan dieciséis jornadas para finalizar la competición, el equipo aragonés, escasamente reforzado en el mercado de invierno y que no reacciona, pese a haber cambiado en el banquillo al mexicano Javier Aguirre por Manolo Jiménez, cuenta con muy pocos recursos para al menos dar alguna esperanza a sus seguidores de poder luchar por no caer al pozo de la Segunda división.
El impulso de la necesidad de ganar le duró al equipo aragonés los cinco primeros minutos del partido ante un sorprendido Rayo Vallecano que trataba de frenar como podía las acciones de los zaragocistas.
A los tres minutos, un remate de cabeza del portugués Helder Postiga, que se fue fuera por poco, tras un centro desde la línea de fondo de Aranda provocó el primer susto en los defensores madrileños y poco después fue de nuevo el portugués, pero en esta ocasión desde fuera del área el que puso a prueba a Joel.
Una vez gastada esa primera carga de adrenalina, el partido devino en una suerte inconexa de pelotazos en la que el patadón al balón parecía ser la mejor manera de avanzar metros hacia la portería rival.
Los hombres de José Ramón Sandoval intentaban jugar con algo más de coherencia el balón, pero tampoco eran capaces de poner en aprietos la portería defendida por Roberto.
Los rayistas trataban de sacar partido de la tensión de los maños y cuando tenían la oportunidad a balón parado, principalmente en los saques de esquina, se metían en el área local. Hasta nueve de los once jugadores zaragocistas, además de un buen número de los efectivos del rival, llegaron a estar dentro del área pequeña en varios de córner.
A los treinta y dos minutos, el inicio de la 'Agapitada', la manera ruidosa que han encontrado los aficionados del Real Zaragoza de expresar su total desacuerdo con su presidente Agapito Iglesias, se tradujo en una jugada de Apoño, que se había cambiado de banda tras empezar por la izquierda, cuyo centro llegó hasta Postiga que en una media chilena en las inmediaciones el área pequeña sorprendió a Joel y adelantó a su equipo en el marcador.
El Rayo acusó en exceso la sustitución por lesión de su centrocampista Trahorras mediada la primera parte, lo que le hizo perder el control en la parcela central del terreno de juego.
La atonía en el juego continuó tras el paso por el vestuario sin que ni zaragocistas ni rayistas fuesen capaces de encontrar la manera llevar peligro hasta la portería rival.
Jiménez agotó sus cambios con más de veinticinco minutos por delante intentando dar oxígeno a sus hombres que empezaban a dar demasiados síntomas de flaqueza.
La debilidad zaragocista no pasó desapercibida para los rayistas que empezaron a llegar cada vez con más peligro hasta la portería de Roberto.
El primer remate claro de los visitantes llegó a los veinticinco minutos por medio de Armenteros que obligó a meter la mano al cancerbero local, y un minuto después fue Michu el que remató un centro de Diego Costa.
El peligro de los rayistas se palpaba sobre el terreno de juego y era cuestión de tiempo el que tuviesen alguna oportunidad para batir a Roberto. La losa para los maños cayó a los 75 minutos con un preciso centro de Casado que cabeceó al fondo de las mallas, marcando los tiempos, Diego Costa.
Y solo que hubo que esperar siete minutos más para que los hombres de Sandoval le diesen la puntilla a los de la capital del Ebro. De nuevo un centro, esta vez raso, de Casado sobre el desmarque de Michu que batió a Roberto.
La impotencia de los zaragocistas para intentar revertir la situación era manifiesta. Sabían que en este partido había mucho más en juego que los tres puntos y la continuidad en Primera se les iba, pero no lograron evitar la derrota.
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