Un gol de Lionel Messi selló un sufrido triunfo y rescató al Barcelona en el estadio Vicente Calderón frente al Atlético de Madrid, en un encuentro plácido para los azulgranas en la primera parte, muy competido en la segunda y decidido por el atacante argentino en el tramo final con un tiro libre.
Ese tanto prolongó la ilusión del equipo azulgrana en la carrera por el título de Liga, todavía a 10 puntos del Real Madrid, y frenó al conjunto rojiblanco, que perdió su condición de invicto con la llegada del argentino Diego Simeone, pero que, tras un primer tiempo irrelevante, tuvo las mismas opciones de ganar que su rival.
La victoria, tres horas y media antes, del Real Madrid en Vallecas cargaba de obligaciones al Barcelona en su visita al Vicente Calderón, donde se encontró de inicio un partido incómodo, casi siempre con el monopolio del balón, pero también casi siempre en zonas irrelevantes del juego, más en su defensa que en su ataque.
El Atlético tenía claro su plan desde el principio: esperar en su campo, sin importarle demasiado el toque azulgrana en defensa, pero, en cuanto su oponente cruzara la línea del centro del terreno de juego, presión e intensidad máxima, sin dejar ningún espacio a sus contrincantes para conducir la pelota ni para trenzar jugadas.
La conservadora propuesta le funcionó 35 minutos al conjunto rojiblanco para dificultar el desequilibrante fútbol ofensivo del Barcelona, sin ocasiones, nada más un tiro libre de Xavi al que respondió el belga Courtois con una fenomenal estirada y un gol anulado por mano del argentino Leo Messi, en media hora.
Pero el equipo azulgrana, al mismo tiempo, sentía una calma casi absoluta en su área, porque el Atlético no llegaba, no profundizaba, no salía al contragolpe con la decisión ni los efectivos suficientes y tiró por primera vez, flojo por medio del colombiano Radamel Falcao, en el minuto 26. Muy poco para inquietar a Víctor Valdés.
No resistió más el planteo de los locales, derribado por Dani Alves, en una jugada conducida por Messi, que habilitó a Cesc por la derecha con un pase medido que continuó en otro, al segundo palo, hacia la entrada del lateral brasileño, que remachó, sin oposición, el 0-1 (m. 36).
Gol merecido por la ambición del Barcelona y golpe previsible para el conformismo del Atlético, que vivió todo el primer tiempo demasiado atrás. Necesitaba un giro radical para la segunda parte. Ya no bastaba con defender. Ahora había que atacar. Y tener el balón, propiedad exclusiva del equipo azulgrana en 45 minutos.
Ni siquiera lo necesitó el conjunto rojiblanco para igualar el choque. Anulado todo el primer tiempo por su rival, un saque de esquina y un mal despeje azulgrana fue suficiente para el 1-1, porque en el segundo palo estaba Falcao, que remató de volea, a media altura, junto al poste y fuera del alcance de Víctor Valdés.
Y ahí creció el Atlético, excesivamente sujeto a la táctica y preocupado del potencial de su contrincante en la primera mitad y mucho más vivo en ataque y con las líneas más adelantadas en la segunda parte, más acorde a los últimos duelos entre ambos equipos, a sus encuentros competidos y abiertos en el Vicente Calderón.
Con Messi e Iniesta prácticamente desactivados, sólo con apariciones esporádicas, y con más complicaciones para salir con el balón jugado desde su área, por la insistente presión arriba de los locales, el Barcelona ya sintió la amenaza ofensiva del Atlético, con un Adrián incansable, omnipresente y combativo.
Salvó Víctor Valdés el 2-1, al adivinar las intenciones de Falcao en un uno contra uno, el chileno Alexis Sánchez cabeceó fuera un servicio de Alves y el partido entró en el tramo final con nada decidido hasta que Messi asumió el protagonismo. Fue el más listo y el más preciso, mientras Courtois colocaba la barrera en una falta.
Su disparo rescató al Barcelona en un momento decisivo, cuando el Atlético ganaba en convicción camino de la portería rival, y cerró un triunfo obligado para el conjunto azulgrana, que aún sufrió con un remate de Juanfran rechazado por Valdés, tras una mano previa de Busquets, y otro zapatazo de Gabi rechazado por el guardameta, que le permite mantener su persecución del Real Madrid, aún a diez puntos.
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