El Granada pone en proceso la prolongada decadencia en cuanto a resultados afables en tierras navarras se refiere, dejando en oposición clara al buen hacer del equipo durante la primera mitad para retomar esa pauta desamparada de los últimos minutos del primer tiempo, acentuada en la segunda parte donde el equipo de Abel Resino hizo alarde de su mala situación en defensa donde el ‘Matagigantes’ releva a la vulnerabilidad ‘iso facta’ de partidos anteriores. El equipo rojiblanco comenzó más activo e implicado que Osasuna, adelantando la línea del juego como viene siendo habitual en los esquemas de Abel Resino.
Constante en esta nueva línea donde el Granada marcaba el progreso y el porvenir de un trabajo bien elaborado y constatado durante los primeros minutos del juego, replegando a Osasuna en su propia área y dando mayor dinamismo al juego de los andaluces en tres cuartas partes del campo. Alarde de estilo y productividad que en esta ocasión no se maniobrarían con el gol, con el premio a la finalización marcando el flujo positivo de un Granada más colectivo y frustrado ante esa carencia goleadora, homóloga para el comienzo de la temporada pero reforzada tras la llegada de Abel Resino al banquillo nazarí.
Más insistencia en la llegada por dentro donde el equipo granadinista franqueó todo su potencial en vista de esa nulidad por banda de la que el propio Granada intenta evadirse jornada tras jornada, papel clave tanto para Franco Jara como para Abel Gómez, más propios de la bifurcación por dentro donde sellan más estilo y consonancia. Un hallazago peculiar y más redimido a lo que el equipo de la Ciudad de la Alhambra entiende como matiz esencial, insistir por dentro en vista de una postura más férrea y directa. Papel donde Fran y Mikel Rico ejercieron de patronos en un partido donde su visión hizo eco de un buen papel durante los primeros minutos del partido pero que acabó condicionando al devenir del equipo en labores combinativas tras el descanso, momento donde Osasuna se hizo con un partido más resarcido y comprimido en vista de dar por bueno los dos goles de Nekounam y Lekic.
Abel hizo lo propio, suplir la baja de un esencial Carlos Martins con la salida de Ighalo y el reflote ofensivo de un puesto que condicionó y mucho al trabajo del Granada entre líneas. Más vulnerable también una defensa que dejó entrever la peor versión de un Granada seguro y rígido en la primera vuelta de La Liga, pero más accesible y precario en los últimos partidos donde la defensa sigue siendo un punto a mejorar, cada vez con más urgencia. Pros y contras de la filosofía de Fabri González y de Abel Resino, solidez defensiva y ocaso ante el gol, libertad para atacar y descuido en defensa.
Gran actuación de Uche y Martins durante la primera mitad, vital para el Granada
El relevo posicional de Ike Uche a una zona más atrasada en el juego del Granada, en vista de suplir la baja de Carlos Martins con la entrada en escena de Odión Ighalo, significó dar un menor aplome ofensivo a las características individuales del internacional nigeriano. Descolgado a la banda y replegado al medio, dejando muy lejos la zona del área rival donde se desenvuelve mejor y se asocia con más empuje a una conexión entre líneas imperiosa y más elocuente para el conjunto granadino. Tal y como viene siendo habitual, la marca clara de lo que debe acontecer al porvenir de un delantero en estado de gracia, parte en demasía por significar más llegada y presión a raíz de la versatilidad de movimientos que causa un delantero nato en sí.
Con más fuerza en la llegada y opción de ramificar y finalizar ocasiones elaboradas desde la primera línea del juego. El Granada disfrutó de más minutos de implicación y protagonismo en el partido consecuentes al buen trabajo zonal del veinte granadinista. Su puesta en escena en el último partido del Granada ante la Real Sociedad recobró la pauta goleadora de un ‘nueve’ reprimido a una zona en la que regula menos de lo debido. Alternando posiciones adversas a su gran tutela y significado para sentenciar en cualquier acción puntual. Su repliegue al medio, marcando el paso de Odión Ighalo como suyo y dejando pie a un fútbol más reclutado de posesión y opción rematadora, mermaron las opciones de su equipo para franquear con más importancia al área ‘rojilla’, obviando el hecho de que Ighalo apenas tuvo participación y de que el menor de los hermanos Uche, perdió todo el protagonismo adquirido durante el primer tiempo. Su posición sigue aludiendo a la delantera, la referencia del juego nazarí y la opción de despuntar como el principal goleador de este equipo.
Caso distinto para Carlos Martins, uno de los grandes jugadores ligados a la creación y al proceso constructivo de un mayor análisis y asentamiento en mitad del campo donde aflora más calidad y velocidad en la llegada que cualquier otro del equipo. Conectado a la perfección entre líneas y facilitando la fluidez del juego así como la conexión en corto de un Granada que lo extrañó durante el segundo tiempo. Sigue sin contar con un recambio lo suficiente equiparable al tesón de fútbol que maniobra el internacional luso, único y protagonista en el juego de su equipo así como vital y constante.
Vulnerabilidad en defensa
El Granada dejó entrever algunas de las carencias más significativas de lo que puede acometer el peso de un equipo expuesto a la maniobra de la delantera rival. Marco donde entra la casta y el liderazgo de un Íñigo López que suele deparar y consecutir a la gran baza reguladora de su equipo donde apenas se hallan espacios más allá de lo imprevisible e imposible. Diego Mainz marcó un partido apto acorde al escaso porcentaje de minutos disputados desde que comenzase el año y regresase a la convocatoria, junto al resto de su equipo, jornada a jornada.
Rápido y dispuesto a sellar bien los entresijos del juego granadinista con más aplomo y firmeza, pero insuficiente en cuanto al tiempo y la pauta ofensiva del equipo opuesto sobre el área rojiblanca, aludiendo al bajo nivel de su compañero en la dupla de centrales. Marcando el mal partido de Pape Diakhaté, condicionado al buen hacer de una delantera oportuna y atenta y mejorada en facilidad del capitán senegalés. Un encuentro donde volvió a revalidar el hecho de que la constancia sobre el terreno de juego así como la concentración acaban por pulir cualquier acción puntual que pueda decantar el partido. Momento donde no terminó de asociarse junto al madrileño ni de tomar rienda alguna para interponerse entre Lekic, Nekounam o Lamah. Un tridente que bastó de suficiente para poder asociarse sin complicación alguna ante la inseguridad de un central perdido y difuso, inusual y más desconocido que en partidos anteriores.
Papel donde también cabe hacer mención a la intrusión en el juego de los dos laterales del Granada. Tanto Nyom como Borja Gómez hicieron especial inciso en lo que un lateral nunca debe acometer, cualquiera que sea el partido en sí, con un mayor descuido en cuanto a la marca posicional del jugador rival, dando mayor facilidad para internar y driblar en vista de cualquier rematador que se preste. Mejor el papel del ex de Karpaty y Alcorcón, involucrado en defensa pese a lo ya comentado y dando mayor rigidez por el lateral izquierdo, pero ausente en las subidas y anexión al ataque donde el Granada perdió todo su franqueo y recorrido acorde al campo rival.
Especial atención en el partido del internacional camerunés, perdido y desamparado durante todo el proceso que supuso y deparó al propio Granada en el partido y causante claro del segundo gol de Osasuna tras un mal despeje, convertido en un pase perfecto para el delantero “rojillo”. El lateral derecho del Granada apenas se asoció al ataque de su equipo, haciendo alarde de su ocaso en defensa donde tiende a perder la posición con extrema facilidad, dando mayor afluencia de juego y opción en banda para el rival y desajustando la dupla de dos en el centro de la zaga.
Desaparición de la dupla ‘Rico-Rico’ tras el descanso, menos conexión en el equipo
Fran y Mikel comenzaron un partido expuesto a su son y magia. Aportando mayor visión al juego de los andaluces y recobrando esa alternativa en ataque y defensa tan propias del vasco y el gallego. En el caso del cuatro granadinista, cabe mencionar su gran posicionamiento y relevo hacia una defensa que lo necesitaba con más urgencia que en partidos anteriores, ligando y formando una conexión de tres en algunos tramos del partido en la primera línea en la que el Granada se volcaría más al ataque. Revalidando también una mayor posesión y acoplamiento en el centro del campo donde se involucró con más optativa que nunca.
Así como un mayor acompañamiento para el resto de los jugadores de su equipo donde siempre cabría la opción de asociarse en corto con ‘El Jefecito’. Vital y decisivo durante la primera mitad donde el Granada terminaría lanzando el ataque y la salida con el balón desde su elaboración, tanto en largo como en corto. En el caso del catorce vasco del Granada, cabe mencionar su gran fluctuación por banda donde el equipo de Abel Resino apenas marcó peligro y llegada. Dejando su gran polivalencia e implantación a labores más ofensivas del juego donde el Granada dictaría de vital la pegada desde media y larga distancia en vista de sumar lo antes posible. Ahí entraría la labor del centrocampista, logrando un gol importantísimo que volvía a situar y reconducir al Granada en un partido en el que sobraría el segundo tiempo para ambos conjuntos.
La salida de Carlos Martins por lesión, así como el perfilamiento y el descuelgue de Ike Uche a la banda, dejaría el centro del campo del Granada únicamente para Fran y Mikel Rico. Acordando mayor repliegue por parte del gallego, más firmeza y contundencia en defensa y más opción y creación en el medio para el de Barakaldo. Dejando a parte esa nomenclatura clara a la vista de asentar cualquier zona del campo con la única premisa de recular y cercar la línea del medio junto al gallego, siempre que el Granada se hiciese con el balón.
Basculando más atrás y dejando mayor margen entre los dos Rico y la propia delantera nazarí. Papel donde Osasuna se haría con más espacio en el medio y el repliegue consecuente del Granada durante los últimos minutos del juego. El equipo de Abel notó la ausencia en cuanto a organización y fluidez en el juego del tándem más imaginativo del Granada, obligando a protagonizar mayor individualidad en las acciones del equipo andaluz y eclipsando la asociación y conexión en un colectivo que apenas trenzó jugadas importantes y claras durante el segundo tramo del partido.
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