El contragolpe dio la victoria al Levante, que aviva el sueño europeo al sumar tres puntos importantes contra un rival que acusó los dos goles recibidos en los primeros diez minutos de juego y que no fue capaz de dar réplica a pesar de que controló el partido.
Ese control fue un arma de doble filo, ya que el Levante se sintió muy cómodo al contragolpe y el Atlético acusó el esfuerzo. Además, ni tan siquiera hizo un gol para entrar en el partido.
Por ello, el encuentro fue muy intenso. Estuvo marcado por la superioridad de la defensa del Levante sobre el ataque del Atlético de Madrid, que creó poco peligro ante la meta de Munúa.
Lo importante pasó pronto. Dos centros espectaculares de Barkero rematados por Valdo y Koné ya habían puesto el 2-0 en el marcador a los diez minutos. El choque estaba donde soñaba el equipo local tanto por el marcador como por la puerta que abría para que se jugara el partido que querían.
A partir de ese momento, el Levante se atrincheró en su campo, le dio el balón al Atlético y espero la contra para ampliar su ventaja, aunque con el riesgo de que iba a jugar muy cerca de la portería de Munúa y ante un rival de calidad.
Esa fue la historia de la primera parte, con el Levante aplicado en defender y el Atlético con la responsabilidad de llevar el peso del partido, circunstancia que no se convertía en la mejor de las propuestas para el equipo de Diego Simeone tras el esfuerzo de Hannover.
Pudo llegar antes el 3-0 que el 2-1. Fue en una contra de Valdo que Barkero remató desviado (m.29), ya que hasta entonces las opciones visitantes habían sido muy tímidas.
Tras unos minutos en los que el Levante encontró oxígeno con un fútbol más fluido, tras una dura entrada de Arda a Pedro López, el partido se encrespó hasta llegar al descanso sin que apenas hubiera opciones ante una u otra portería.
Con más calma dio comienzo el segundo tiempo y la primera oportunidad, la más clara del Atlético desde el principio, la desbarató Munúa ante Arda (m.50), en una reanudación marcada por la posesión visitante de la pelota. El Levante la tenía menos, pero cuando era suya, su fútbol nada tenía que envidiar al del rival.
A veinte minutos del final, el técnico visitante dio entrada a Falcao para tratar de que el dominio territorial de su equipo propiciara opciones de gol.
El encuentro entró en su última cuarto de hora con la misma dinámica que vivía desde el minuto diez: posesiones tan largas como estériles del Atlético y esporádicas contras del Levante, que apenas sufría, aunque un cabezazo de Falcao (m.77) se convirtió en una tímida señal de peligro en el área local.
La expulsión de Miranda a siete minutos del final pareció dejar sentenciado el partido, ya que el Atlético de Madrid no encontraba vías de penetración y el esfuerzo había sido extremo.
Hubo tiempo para que la mejor ocasión del Atlético, en un imponente cabezazo de Falcao que Munúa desvió en una gran actuación a cinco minutos del final, cuando el Levante ya daba por ganado el encuentro y jugaba con comodidad a la contra y con hechuras de gran equipo.
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