El Sevilla ganó 5-2 y dejó tocado al Rayo, que deberá ganarse la permanencia en casa contra el Granada, en un choque donde los sevillistas se desquitaron del derbi perdido ante el Betis y que tuvo la emotividad final del adiós del malí Freddy Kanouté, despedido con la mayor de las ovaciones por su afición.
Sin Javi Fuego ni el exsevillista Emiliano Armenteros por lesión, el Rayo llegó al Sánchez Pizjuán jugándose la vida, al marcar la frontera con el descenso, pero no por ello salió desde el inicio a por el partido porque los madrileños empezaron sin prisas, tímidos y dominados por el Sevilla, como aguardando su oportunidad.
Con Roberto Román 'Tito' a pierna cambiada en el lateral zurdo, Movilla y Trashorras en el medio, Delibasic, Michu y Piti en el tridente ofensivo y el brasileño Diego Costa en punta, esperando a dar un zarpazo, el Rayo vio en el primer cuarto de hora cómo el Sevilla, sin los sancionados Medel y Negredo, merodearon más por el marco del exsevillista Cobeño, aun sin hacer nada del otro mundo.
Con un juego nada fluido y la grada claramente en contra, sobre todo de algunos jugadores y de la cúpula del club tras una temporada nefasta y el desastre del miércoles al perder 1-2 el derbi con el Betis, los sevillistas estuvieron muy cerca de abrir el marcador ante un equipo rayista muy pasivo y blando para lo que se jugaba.
Así, el alemán Piotr Trochowski falló un tanto cantado en la boca cuando solo se llevaban tres minutos, tras un centro de Jesús Navas, muy activo como siempre, y luego, en el minuto 11, el senegalés Babá Diawara malogró un "regalo" del portero Cobeño en un mal despeje.
Pese al enfado de gran parte de la afición, con pitidos y consignas irónicas como "Súbeme el carné, súbeme el carné", los de José Miguel González 'Míchel', que dejó en la suplencia a Reyes y a Javi Varas, eran los que ponían, no el buen juego, que no lo hubo por parte de ninguno de los dos, pero sí las ocasiones de gol.
La más clara, un penalti de Delibasic por empujón de Delibasic a Cala que Cobeño le paró con los pies a Trochowski, a los 18 minutos. Este borrón espoleó el orgullo del Sevilla, que siguió intentándolo hasta que logró el 1-0, a la media hora, con el segundo gol de Babá como sevillista al rematar un medido centro por la derecha de Navas.
Al Rayo, con poca profundidad al estar más pendiente de mantener el orden, le costó un mundo irse para arriba, pero en uno de sus pocas llegadas sacó petróleo. Michu cayó dentro del área ante el argentino Fazio y el penalti señalado, protestado por los locales, lo convirtió el brasileño Diego Costa en el empate a los 37 minutos.
Pero el conjunto andaluz, herido en su amor propio, aprovechó un córner sacado por Rakitic y cabeceado a gol por el canterano Juan Cala, a dos minutos del descanso, para ponerse de nuevo por delante.
En la reanudación, el Sevilla salió muy fuerte, con intensidad, y nada más empezar recogió los frutos a su mayor ambición al firmar Babá el 3-1, su segundo gol en el choque, tras una genial internada de Navas, y el tercero desde que llegó en invierno desde Portugal.
Costa, el hombre más incisivo de un Rayo sin pólvora, buscó la réplica, pero tiró ó flojo y desviado. Mientras, tras dos ocasiones fallidas de los sevillistas Trochowski y Rakitic, los de Míchel tomaron el mando por completo y, con el público ya apoyando a los suyos, superaron con un fútbol veloz y por momentos vistoso al Rayo.
Su técnico, José Ramón Sandoval, sacó al campo al creativo Míchel y a gente de arriba como el guineano Lass y Tamudo, pero le sirvió de poco, pues, a los 20 minutos, Reyes marcó el 4-1, y de nuevo tras un pase de Navas. Es su primer gol desde su retorno al Sevilla.
Sin embargo, los rayistas, por dignidad, no bajaron los brazos, y Diego Costa acortó distancias a trece minutos del final.
Los de Sandoval siguieron pasándolo mal en este periodo ante el vendaval en que se convirtió el vertiginoso juego local, con Jesús Navas muy inspirado. Tras varias ocasiones más, el Sevilla redondeó el marcador con el 5-2, obra del malí Frederic Kanouté, que había sustituido en el 66 a Rakitic.
Era el jugador que más ganas tenía la afición que marcara, el ídolo del sevillismo. A partir de ahí, el final fue una fiesta de la afición blanca, que despidió con todos los honores al héroe del Sevilla de los seis títulos: Kanouté, que mostró su gratitud levantándose, cuando marcó, la camiseta con la leyenda: "Gracias".
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