El Sevilla y el Espanyol no pasaron del empate a cero en un duelo por los puestos europeos que no saca a los andaluces de la crisis en la que están metidos, tras sumar solo este punto en cuatro partidos, pese a que mostraron cierta mejoría, sobre todo en el primer tiempo, ante un rival que fue algo conservador.
Con las bajas en el bando catalán del meta argentino Cristian Álvarez por lesión, de su goleador Sergio García por sanción y del marfileño Ndric Romaric, por estipularlo su contrato de cesión por parte del Sevilla, el choque comenzó con ritmo, con los andaluces presionando mucho para hacerse con el balón y neutralizar la verticalidad del conjunto del técnico argentino Mauricio Pochettino.
El Espanyol llegaba en un momento totalmente opuesto al de los andaluces, con tres partidos invicto en liga -incluido su empate con el Barcelona- y tras eliminar al Córdoba en Copa, y empezó bien situado, con el sevillano Javi López y Raúl Baena en el medio y su jugador de moda, Álvaro, arriba, a la espera de algún contragolpe.
Como en la primera media hora del choque copero ante el Valencia, los de Marcelino García Toral, persistentes y con fases de buen juego colectivo como las que añora su técnico, fueron los que más apretaron, robaron muchos balones y crearon opciones de peligro.
El Sevilla, consciente de lo que se jugaba, agobió al Espanyol, fue muy constante y profundo en ataque, generó en la primera mitad hasta una docena de llegadas al área de Kiko Casilla, pero, muy desacertado, no lo aprovechó. Los espanyolistas capearon el temporal y sólo avisaron en una acción a los 33 minutos del congoleño Thievy.
Los sevillistas, por contra, con ráfagas de buen juego, superaron siempre a un Espanyol incapaz de parar el monólogo de los blancos.
Pero no estuvieron atinados. Ni Reyes, una pesadilla para la zaga 'periquita' junto a Jesús Navas por su movilidad, ni el uruguayo Martín Cáceres, ni por dos veces Álvaro Negredo -una cuando tiró alto estando totalmente solo a los 39 minutos- ni el alemán Piotr Trochowski, recogieron el premio a tanto trabajo, a tantos intentos.
Con 0-0 se llegó al descanso y, en la reanudación, Marcelino quiso poner arreglo al escasísimo acierto de cara a gol metiendo a Kanouté por Negredo, que siguió voluntarioso pero poco efectivo, justo lo que se le reprochó que no hiciera antes ante el Valencia.
El Espanyol salió más avispado, con menos miedo. Eso le permitió respirar dado el desgaste físico acumulado por sus dos partidos de Copa y el intenso choque contra el Barcelona, pero siguió sin llegar con claridad al área de Varas hasta que el Sevilla, con el argentino Diego Perotti y el croata Ivan Rakitic ya en el campo en vez de Manu del Moral y Trochowski, algo perdidos ambos, retomó el mando.
A los andaluces les costó hilvanar jugadas de ataque y perdieron el control del mediocampo como otras veces, mientras el reloj corría en su contra. Perotti, con un tiro alto antes del primer cuarto de hora, quiso despertar a su equipo, pero sin ningún éxito, pues, ya si claridad alguna, se perdió en intentonas inútiles y se lo puso mucho más fácil a la retaguardia espanyolista.
Los de Pochettino estaban ahora más cómodos y, con la entrada del eslovaco Weiss y luego el uruguayo Albín, que volvía tras lesionarse en septiembre, incluso montaron algunas contras, pero no estuvieron finos para culminarlas, en tanto que el Sevilla, ya condicionado por las prisas, sin solvencia ni juego ni ideas, se fue diluyendo.
Más por rabia y orgullo, los de Marcelino apretaron hasta el final. Perotti remató alto un centro de Cáceres y Reyes, que, como su equipo, bajó el nivel en la segunda mitad, buscó con intención la escuadra pero sin acierto. El Espanyol controló bien, no pasó apuros e incluso pudo ganar en una volea de Galán que se marchó fuera en el tiempo añadido. Al final, cero a cero y bronca del sevillismo.
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