El Real Madrid suma y sigue en la Liga, no cedió a la presión del Barcelona con su enésimo abuso en el Bernabéu con una goleada al Espanyol (5-0) y Gonzalo Higuaín zanjó, con dos goles, su crisis goleadora tras seis partidos sin anotar.
Quedan pocas historias que contar en la Liga. Al menos por el momento. A este ritmo, el conjunto blanco, sin fisuras, tiene todas las de ganar. Por eso, los debates antes de cada jornada se centran en si José Mourinho se ha comprado una casa en Londres para marcharse; o si Gonzalo Higuaín, en plena crisis anotadora, va a cambiar de aires, y todo se mezcla con la posible renovación de Josep Guardiola por el Barcelona.
A la espera de la UEFA Champions League, ya se mira al futuro y poco al presente. Éste no era otro que el Espanyol. Pocos detalles deportivos que adivinar. Al final, éstos perjudicaron a tres jugadores. Esteban Granero, José Callejón y Raúl Albiol se quedaron en el banco. En su lugar jugaron Sami Khedira, Ricardo Kaká y Ricardo Carvalho.
El último dejó muchos errores para la galería. En los primeros 25 minutos, Álvaro lo tomó la espalda, hizo una cesión peligrosísima a Iker Casillas, recibió una amarilla absurda y se lío en algún que otro pase. Mientras, Albiol, todo un campeón del mundo, es ahora un eterno en el banco que parece que verá la Eurocopa de Polonia y Ucrania por televisión.
Enfrente de ese esquema estaba el Espanyol de Mauricio Pochettino. El argentino fue valiente. No cambió su estilo para jugar en el Bernabéu. Defensa adelantada, algo de presión y un intento por jugar la pelota.
Y ese precioso castillo de naipes montado por el Espanyol se cayó en el minuto 23. Tarde o temprano iba a llegar el gol blanco. Se olía, parecía inevitable pese a la osadía "periquita". Fue Cristiano, una vez más, y van 30 en esta Liga, quien marcó a pase de Higuaín tras aprovechar un error de Raúl Rodríguez, que se hizo un lío en el centro de la defensa.
Ahí se acabó la película. El resto, es de sobra conocido en el Bernabéu. Al final, en este curso, el Real Madrid acaba devorando a sus rivales. Entonces, mientras llegaba el segundo, había que fijarse en otros detalles para cerrar o abrir debates. El problema con el gol de Higuaín, por ejemplo.
En el campo, el argentino parecía ansioso, con ganas de acabar con una sequía de seis jornadas. Una ansiedad que alcanzó su máxima expresión con sus quejas al árbitro tras empujar a un zaguero espanyolista y en una ocasión muy clara que falló antes del descanso. Después, en la reanudación, sacó toda la rabia que tenía acumulada cuando hizo el tercero de su equipo. Sentenció el duelo.
Antes, a punto de finalizar los primeros 45 minutos, había marcado Sami Khedira, que culminó una buena triangulación con Cristiano y Özil. El alemán rubricó un contragolpe tras el único disparo a puerta visitante, que corrió a cargo de Coutinho en el que fue el único intento de su equipo en el primer tiempo.
En los vestuarios se quedó Carvalho, que cedió su hueco a Raphael Varane. El portugués se fue al descanso rengueando y silbado por el público. Mourinho, de nuevo, dejó sentado a Albiol, quinto central del Real Madrid.
Mientras, Pochettino quiso ser más conservador quitando a Coutinho y a Álvaro. Ni con esas, los goles dejaron de caer del lado blanco. Llegaron cinco, con un acertado Kaká y con el segundo de Higuaín, que zanjó su crisis goleadora en su partido número 150 de Liga. El Madrid, suma y sigue. Arrasa hasta aburrir.
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